jueves, 6 de diciembre de 2007

La reelección de Putin

Según una encuesta publicada hoy por el grupo independiente "Levada Centre", el hecho de que Putin violara la constitución para intentar lograr su tercer mandato consecutivo (algo prohibido por la carta magna rusa) no provocaría un cambio de la opinión pública hacia peor.

El 55% no cambiaría en absoluto su opinión con respecto a Putin, mientras que un 22% dice que este hecho incluso mejoraría su punto de vista sobre él.

A pesar de ello, Putin ha vuelto a insistir en que no se volverá a presentar a las elecciones, respetando así la consitución, aunque sí ha dejado claro que una vez deje el Kremlin va a seguir manteniendo su influencia política, aunque aún no ha explicado cómo. Este hecho copa la agenda de su partido, Rusia Unida, que ganó las elecciones al Parlamento del 2 de diciembre, aunque están bajo sospecha tras las quejas emitidas por los partidos opositores por fraude y el eco que provocó esto en la UE, que las vió "poco limpias".

Según el presidente de Rusia Unida, Boris Gryzlov, "Putin es nuestro líder nacional y se mantendrá como nuestro líder nacional sea cual sea el puesto que ocupe tras las elecciones". El hecho de que el 72% de los votos fueran para partidos pro-Kremlin refuerza esta posición presidencialista, aunque aún se mantiene en suspenso qué se pretende decir con "líder nacional". Los seguidosres acérrimos de Putin pretenden la creación de una figura que vaya moviéndose entre todos los poderes, algo que encuentra más opositores ya que retrotrae a muchos rusos al cargo sustentado por los zares Romanov, que se mantuvieron en el poder en Rusia desde 1613 hasta la revolución de 1917. Sólo el 17% apoyan la idea, mientras que el 30% cambiarían su voto si esto fuera así y un 30% se oponen radicalmente a tal opción.

Preocupante la situación democrática en Rusia, ya no sólo por el propio control asfixiante ejercido por Putin sobre opositores y detractores (véase casos de Litvinenko, Politkovskaya, Kasparov sin ir tan lejos...), sino por el hecho de que estudios independientes avalen la labor presidencial de un Putin cada día más nacionalista, más antieuropeo y más belicista en sus discursos. Cierto es que los valores del nacionalismo y el antieuropeísmo han calado hondo habitualmente en la opinión pública rusa, pero no deja de ser preocupante desde el exterior la amenaza económica y política que supone la inestabilidad derivada del discurso del presidente ruso.

Habrá que esperar a sus movimientos tras las elecciones para saber que rumbo tomará la política rusa, que no tiene visos de variar radicalmente.

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