jueves, 29 de noviembre de 2007

Musharraf se coloca para las "elecciones"

Musharraf ha renunciado al cargo de Jefe de las Fuerzas Armadas de Pakistán, según informa Reuters. Es el primer paso de los pocos que le quedan por dar para presentarse a un segundo mandato de cinco años como presidente. El bastón de mando pasa ahora al General Ashfaq Kayani, en una ceremonia realizada, como todas las de esta índole, en el cuartel general del presidente en Rawalpindi. "El sistema continúa, la gente viene y va, todos han de marcharse en algún momento, todo lo bueno llega a su final, todos somos mortales" dijo Musharraf en su discurso de despedida del cargo.
Con este paso se acerca a su nombramiento como presidente estrictamente civil previsto para el jueves, alejándose de la única institución que hasta ahora garantizaba su posición de poder, el ejército.
Los ex-ministros Bhutto y Sharif (ahora en la oposición, la primera víctima de un atentado nada más llegar a Pakistán tras el exilio) se felicitaron por la renuncia, y comenzaron a preparar su programa para presentarse a las elecciones el día 8 de enero del próximo año, a pesar de sus quejas de que será una elección edulcorada tras la decisión de imponer el estado de emergencia por el propio Musharraf el pasado 3 de noviembre. Durante el día en que fue declarado el estado de emergencia fueron detenidas más de 500 personas, en una tónica que se mantuvo en los días siguientes, estando entre los detenidos muchos miembros de la oposición. Todo ello por no hablar del cierre de todas los medios de comunicación excepto el canal nacional (evidentemente controlado por el Gobierno). En estos días se produjeron gran cantidad de violaciones de los derechos de prensa e información, así como atentados contra los derechos individuales como los de asociación y manifestación.
Musharraf, pieza clave de la lucha internacional contra el terrorismo integrista de Al-Qaeda en la zona (comparte toda la frontera oeste con Afganistán), usó esta influencia para decretar la disolución del Parlamento y decretar el estado de emergencia poco después al declarar que los propios poderes del Estado (concretamente el judicial), estaban actuando contra los intereses de Pakistán contra el terrorismo, facilitando la infiltración y tareas de los yihadistas al no ser castigados durmente en sus sentencias.
El país, una de las potencias nucleares, mantiene buenas relaciones con EEUU, que lo considera un interesante aliado en la zona, ya que sirve de contrapunto con el también vecino Irán, tanto en ideología como en poder armamentístico (mayor el de la ex-colonia británica). Estas buenas relaciones con la gran potencia se aprecian en el silencio que ha llegado desde el otro lado del Atlántico tras el "golpe de estado contra sí mismo" del 3 de noviembre, sólo acunado por breves críticas al respecto.
Desde la llegada de Musharraf al gobierno en 1999 tras un golpe de estado, el país vivía bajo una dictadura militar, que las elecciones de octubre parecían mitigar, algo que el autogolpe borró de un plumazo. Bien es cierto que por fin (lo prometió en 1999) Pervez Musharraf renuncia a su cargo de jefe de las fuerzas armadas. El poder y la influencia del presidente están destinados a disminuir, la cuestión es en que cantidad.
Desde esta humilde tribuna lanzo un llamamiento a la moral de todos aquellos que critican vociferantes la legitimidad de presidentes de estado electos (léase Chávez, Morales, etc) y se lavan las manos delante de la opinión pública en casos tan flagrantes como el de Pakistán.

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